Después de
ver la publicidad que le hicieron al Restaurante Kitchen by Rausch de los
reconocidos hermanos Mark y Jorge Rausch que hemos visto en el programa
Cocineros al Límite en Utilísima, decidí que tenía que visitarlo para probar su
cuchara.
Las
expectativas eran altas debido a la trayectoria y preparación que tienen por lo
que no dudé en visitarlos la próxima actividad especial que tuviera y así fue.
El
restaurante se encuentra ubicado en el nuevo Hotel Sheraton en Escazú; el lugar
es muy lindo, con espacios abiertos, un piso estilo vintage y un bar muy amplio. Elegante y acogedor. El recibimiento oportuno lo hace uno de los
saloneros quien nos lleva a a mesa esquinera para disfrutar de nuestra cena.
Mi novio y
yo pedimos una Heiniken (2439 sin impuestos) y una copa de vino blanco chileno
(2845 sin impuestos) y nos dispusimos a ver el menú. Éste se ve pequeño pero completo; además
siempre he pensado que una carta pequeña es indicador de platos bien hechos lo
cual me emociona.
Mientras
decidimos nos traen pan hecho en el restaurante; está calientito y es de
excelente sabor. Este detalle se agradece mucho.
Finalmente
nos decidimos por compartir una entrada de Torre de Cangrejo y Guacamole (5528
colones sin impuestos) con una reducción de vinagre balsámico y mango
acompañado con chips de arracache. El
tamaño resultó bastante bueno para compartir; es una mezcla de cangrejo
desmenuzado con mayonesa y cítricos y encima un guacamole con tomate y culantro
al cual le hacía falta un poquito de sal.
Los chips de arracache estaban frescos y bien fritos.
A
continuación llegaron los platos fuertes.
Yo pedí media porción de Ravioles de Langosta en una salsa caribeña con
leche de coco (7000 colones impuestos incluidos) y mi novio una corvina reina
con una salsa verde de aceitunas y alcaparras acompañada de vainicas pequeñas,
puré de papa y mantequilla avellanada (12000 colones impuestos incluidos).
El plato de
pasta viene con 5 ravioles son hechos en el restaurante y cocinados al dente, con
un relleno claramente de langosta (no de esos que no se sabe ni qué es) en una
rica salsa y un poquito de zanahoria y zucchini encima. El sabor era intenso
pero para nada pesado, lástima que la comida venía tibia.
La corvina
estaba cocinada a la perfección y tenía la salsa verde por encima. Venía sentada sobre una cama de un cremoso y
delicado puré de papa. Una porción
bastante adecuada. La estrella del plato
es la salsa que es fresca y te envuelve el paladar.
Para el
postre decidimos compartir un Sticky Toffee Cake acompañado de helado de ron
con pasas (6000 colones impuestos incluidos).
Venía un plato con una rica salsa de caramelo y encima venía un pequeño
queque individual acompañado de una bolita de helado de ron con pasas. El postre realmente no nos gustó del todo… La
salsa estaba buena, el queque no sabía a nada y el helado de ron con pasas
estaba rico pero mal conservado en el congelador porque tenía pedacitos de
hielo adentro.
Tengo que recalcar
que el servicio de este lugar es excepcional, oportuno y nada empalagoso. Siempre atentos a lo que se necesita sea
agua, más pan, bebidas o retirar los platos.
Además de muy atentos.
El total de
la cuenta de 2 personas fue de 38 299.
En general fue
un lugar de altos y bajos: El lugar es muy bonito lo único que eliminaría es el
televisor que tienen sin volumen en el bar ya que simplemente no va con el
lugar. En cuanto a la comida quede
satisfecha pero con ganas de decir ¡qué es esta maravilla! Y con respecto al
postre si me quedaron debiendo y por mucho.
El servicio, tengo que decirlo nuevamente, fue incomparable.
Tal vez
este lugar merezca otra visita para ver si la consistencia de los platos hace
que mi criterio sea más positivo.
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